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CAPILLA DE TRANCAS VIEJO. Monumento histórico nacional, fue sede del curato del doctor Miguel Martín Laguna LA GACETA / ARCHIVO

Belgrano arrestó al cura de Trancas


Cuando se ganó la batalla de Tucumán, en 1812, entre los prisioneros tomados a los realistas estaba un tucumano, Miguel Martín Laguna, cura de Trancas. El general Belgrano dispuso su inmediato arresto. Según informó el 24 de octubre al poder central, había encontrado, entre los papeles del jefe realista Pío Tristán, cartas de Laguna que lo revelaban “contrario a nuestra causa”. Además, había “hecho venir a sus feligreses de baqueanos del enemigo”.

Laguna se defendió en una nota al gobierno. Decía que se acercó a los realistas por temor a que lo prendiera por error una partida patriota. Alegaba servicios anteriores prestados a la revolución, e invocaba una carta que había dirigido a Belgrano el mismo 24.

Con gran fastidio, Belgrano desestimó todos sus argumentos. El cura no le merecía confianza alguna. Lo juzgaba, si no culpable, por lo menos sospechoso y, en el mejor de los casos, un indiferente. Opinaba que “no debe pisar su curato, ni aun el distrito de esta ciudad, mientras permanezcamos en el presente estado”.

Y sobre la carta, comentaba que la escribió después de conocer la derrota realista, “con el objeto de deslumbrarme”. Proponía enviarlo a Buenos Aires, “y que vaya a la Recoleta para que le enseñen que ningún eclesiástico debe atizar el fuego de la guerra civil y sólo atender a sus obligaciones”.

Agreguemos que tiempo después Laguna retornó a su curato. Murió en Trancas en 1829, tras haber elaborado extraños textos sobre teología. Según Nicolás Avellaneda, en sus últimos años permanecía “solitario, triste, con el sentimiento de un gran talento perdido”.