Los variados argumentos en pro y en contra.
Buena parte de la sesión del Soberano Congreso del 5 de agosto de 1816, estuvo dedicada a la discusión sobre la forma de gobierno, que estaba pendiente. José Ignacio Thames afirmó que, si se debe restituir al poseedor lo que se le despojó por violencia, correspondía devolver a los Incas lo que le usurparon los españoles. Tomás Godoy Cruz y Pedro Castro Barros, objetaron el principio jurídico que se invocaba. Pedro Miguel Aráoz propuso que la discusión se desarrollara en forma ordenada, empezando por la forma de gobierno y centrando los discursos en este punto. Opinaba que no podía debatirse sobre “dinastía dominante”, si aun no se había adoptado la forma de gobierno adecuada.
Serrano subrayó cuatro inconvenientes en el proyecto sobre los Incas. Dijo que esa idea, promovida no hace mucho por Pumaccahua en el Cuzco, en lugar de entusiasmar a los naturales, los alarmó. En segundo término, señaló los males que podrían derivarse de esa “regencia interina” que “forzosamente debía establecerse”. Agregó que eran de temer “crueles divisiones” entre los pretendientes. Y además, señaló “las dificultades que presentaba la creación de la nobleza, o miembros que hubiesen de formar el cuerpo intermedio entre el pueblo y el trono”.
En suma, Serrano opinaba que la proyectada entronización del Inca, no tendría los efectos benéficos sobre la guerra que se esperaban. A su juicio, “la consigna debía fijarse únicamente en la organización de una fuerza armada capaz de contrarrestar la del enemigo”. Lo demás, eran “especulaciones alegres”. La sesión concluyó sin que se llegara a una decisión.