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MANUEL BELGRANO. Estatua del creador de la bandera nacional, en la Plaza de Mayo de Buenos Aires

Formalizaba lo resuelto en la sesión del 20


El 24 de julio de 1816, en sesión secreta del Congreso, se trató el problema de la invasión portuguesa. Resolvieron remitir al Director Supremo copia de la carta del enviado Manuel José García, y prevenirle que ponga a Buenos Aires “en estado de defensa por todos los medios que sean dables”, que “reclame el cumplimiento del armisticio” y explicaciones al Brasil, sobre “los motivos de su actual conducta”, que inspiraba “fundadas desconfianzas por sus movimientos al parecer hostiles”. Se lo facultaba para hacer los gastos necesarios.

El diputado Miguel Calixto del Corro debía continuar en su comisión respecto a la Banda Oriental y al Paraguay, a pesar de no haberse resuelto los tratados con Santa Fe. A los gobernadores de Tucumán, de Salta y Córdoba, se les informaría de la invasión portuguesa, “encargándole los preparativos y más eficaces medidas en orden a la común defensa y seguridad de los respectivos territorios de su mando”.

En la sesión del 25, se expidió un decreto –confeccionado por José Mariano Serrano- que formalizaba lo resuelto el día 20, a moción de Esteban Agustín Gazcón. Expresaba que “elevadas las Provincias Unidas al rango de una Nación después de la declaratoria solemne de su Independencia, será su peculiar distintivo la bandera celeste y blanca que se ha usado hasta el presente, y se usará en lo sucesivo exclusivamente en los ejércitos, buques y fortalezas, en clase de bandera menor, interín, decretada al término de las presentes discusiones la forma de gobierno más conveniente al territorio, se fijen conforme a ella, los jeroglíficos de la bandera nacional mayor”.