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NABOR CÓRDOBA. Quiso morir en Buenos Aires, por las razones que explicó a Pablo Lascano. LA GACETA / ARCHIVO

Lo peor del mundo, para Nabor Córdoba


El tucumano Nabor Córdoba, padre de don Lucas, murió el 2 de julio de 1886, en Buenos Aires. Quiso pasar sus últimos años en esa ciudad, porque envejecer en una provincia le parecía “lo peor del mundo”.

Explicó al escritor Pablo Lascano que allí, “el viejo es menos que un ser humano”. Tiene “vedadas todas las distracciones y todos los gustos”. A medida que le salen canas, “las consideraciones públicas hacia él disminuyen”. No sólo recibe trato desdeñoso del público, sino también de la familia, incluida la servidumbre.

En la casa, es reducido “al ultimo cuartujo húmedo y frío del segundo patio”, sin más mobiliario que un catre y una silla. Recibe la peor comida: “es probablemente el dueño de casa y, sin embargo, no es dueño de lo que hay en ella”. Le buscan el peor sastre y lo calzan con los peores zapatos.

Don Nabor quiso otra cosa. “Si ese ha de ser mi destino en provincia, prefiero quedarme en Buenos Aires, donde a los viejos nos cabe mejor suerte. Aquí las canas, lejos de constituir una afrenta, representan un título a la consideración pública”,

Terminaba. “¡Qué hermosa es Buenos Aires! Le debo los días más plácidos y las compensaciones más generosas. Ya me queda poco que esperar; pero en lo que me resta de vida, quiero vivir con entera libertad, vistiéndome discretamente, comiendo a mi gusto, durmiendo en cómodas habitaciones y dueño absoluto de mis opiniones políticas”.