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ALEJANDRO HEREDIA. Estatua del militar tucumano, colocada en 1977 en el parque 9 de Julio.

Sobre la revuelta de Caparrós en La Rioja.


El teniente coronel Alejandro Heredia había sido comisionado por el Congreso para partir, con soldados, a La Rioja, donde el oficial Caparrós había derrocado al gobernador. La sesión del Congreso del 9 de junio se dedicó a considerar los informes que remitía.  

Decía que Caparrós había prometido al comienzo “paz, avenimiento y obediencia”, pero que luego faltó a su palabra: se fugó a Córdoba con el teniente de gobernador Villafañe y un piquete de treinta hombres armados.

Acompañaba un oficio que le había enviado el gobernador de Córdoba. Este defendía a los rebeldes riojanos, dados “los derechos que supone tiene el pueblo, para sostener la nueva Constitución gubernativa adoptada”. Los diputados debatieron largamente estos pliegos. Finalmente, se acordó ordenar a Heredia que tomara “cuantas precauciones tuviera por convenientes, para impedir que Caparrós se adueñase de las compañías que estaban en el lugar llamado Los Llanos”. Además, que activara el sumario de los hechos de la rebelión, “aprehendiendo a los que resulten comprendidos en ella, y cuidando del recojo de armas, municiones, etcétera”.

Disponía, igualmente, oficiar al gobernador de Córdoba, ordenándole que, en caso de haber entrado en su provincia Caparrós y los capitulares rebeldes de La Rioja, los arrestara, dando cuenta luego al Congreso. También se resolvió oficiar al gobierno de Buenos Aires, para que tomase idénticas medidas, en el caso de haberse dirigido dichos revolucionarios a su provincia.

Finalmente, se leyó un oficio del Director interino Antonio González Balcarce, del 27 de mayo. Expresaba que desistía de renunciar, y que continuaría en el cargo hasta el arribo del Director titular.