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EL OBISPO ORELLANA. El Congreso de Tucumán dedicó la sesión a tratar pliegos referidos a la Iglesia de Córdoba.

Las comunicaciones eclésiásticas de Córdoba


El lunes 27 de mayo de 1816, celebró sesión el Soberano Congreso de la Provincias Unidas, en Tucumán. Se leyeron varias comunicaciones. Entre ellas, según la crónica de “El Redactor”, estaba la de autoridades de Jujuy, informando “la generosa aceptación” con que esa jurisdicción recibió la noticia del nombramiento del Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón.

Los pliegos restantes se referían a cuestiones eclesiásticas en la provincia de Córdoba. Su gobernador exponía “con autos originales, las varias ocurrencias con el reverendo Obispo de aquella diócesis, doctor Rodrigo Antonio de Orellana, y las providencias que ha adoptado”. Solicitaba la opinión del Congreso sobre este asunto. Otro pliego del mismo prelado, solicitaba “la ratificación de los beneficios eclesiásticos vacantes que se han provisto o creado en aquella provincia”.

Finalmente, el Vicario Capitular de la Catedral de Córdoba, licenciado Benito Lazcano, daba cuenta de la muerte del Chantre de esa iglesia. Manifestaba la necesidad “de proveer cuanto antes esta vacante”, además de recomendar a una serie de posibles candidatos. Expresa “El Redactor” que, vistos los pliegos, “se acordó que por ahora se acusase recibo”, ya que “son materias que por su gravedad deben sujetarse a muy detenidas discusiones”.

En esta edición de “El Redactor”, un largo editorial exaltaba el rol que venía cumpliendo el Congreso. Subrayaba que a medida de que “esta corporación soberana se robustece con la agregación de sus miembros, despliega su actividad, se expide con más poder en el ejercicio de sus altas funciones, y se acerca gradualmente a los momentos felices en que ha de pronunciar el fallo a nuestra degradante esclavitud”.