Tejedor contra Avellaneda y Roca.
Corría 1879 y se hacía cada vez tensa la relación entre la presidencia de Nicolás Avellaneda y el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor. Este consideraba “huésped” en la jurisdicción de Buenos Aires al Ejecutivo Nacional, y lo enfurecía la candidatura a presidente del tucumano Julio Argentino Roca.
El 21 de setiembre, Roca -entonces ministro de Guerra- escribía al doctor José Mariano Astigueta. Opinaba que “el sentimiento de la nacionalidad y el respeto al principio de autoridad”, no podían “estar a merced de un gobernador impopular y arbitrario, por más que este sea el de la primera y más importante provincia de la República”.
Seguía. “El dilema de los mitristas es éste: o Tejedor es presidente o vamos a la guerra civil. Ni Tejedor ha de ser presidente, ni menos hemos de ir a la guerra civil. Y será siempre preferible la guerra civil, antes que haber establecido, como principio, que bastará el capricho o la ambición de un gobernador de Buenos Aires para anular la voluntad nacional”.
El tucumano estaba resuelto. “Yo no he pensado ni pienso renunciar a mi candidatura; no porque sea un ambicioso ni tenga amor al poder, sino porque hacerlo en estos momentos tan próximos a la elección, sería una especie de ‘sálvese quien pueda’ que daría el triunfo a nuestros enemigos”.
Reflexionaba. “¿Conviene debilitarnos produciendo confusión en nuestras filas con una renuncia cobarde, en presencia de adversarios que recurren a todos los medios, que echan mano de armas prohibidas, como son las de fomentar el espíritu local y proclamar la separación? Usted lo ha dicho: sería una debilidad imperdonable”.