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ALFREDO COVIELLO. Aparece a la derecha, en LA GACETA, conversando con el ex presidente Marcelo T. de Alvear, durante la visita de este al diario, en 1937. LA GACETA / ARCHIVO

Una opinión del consejero Alfredo Coviello.


Una obsesión del gran periodista y animador cultural Alfredo Coviello (1898-1944), fue que la Universidad Nacional de Tucumán, cuyo Consejo Superior integraba, tuviera presencia activa en toda actividad intelectual. Así lo expone su carta del 21 de diciembre de 1940, al doctor Ernesto Padilla.

Expresaba Coviello que “el doctor (Alfredo) Gargaro, acaba de publicar un pequeño libro sobre (Juan Felipe) Ibarra y la Coalición norteña; y debajo de su nombre menciona varios títulos, entre ellos el de miembro del Instituto de Historia de la Universidad de Tucumán”.

“Es evidente-agregaba- que con un poco más de iniciativa y de espíritu teórico-práctico, este como otros autores podían haber incubado sus escritos y sus obras al calor de la Universidad y sus Institutos. En cambio, por ahora sólo aparecen engalanándose con un nombramiento ‘in abstracto’. Quiero decir: no se produce la corriente de intercambio documental e intelectual”.

Coviello entendía que, para producirla, “se necesita un poco más de visión, un poco más de fuerza atractiva, de estímulo y generosidad desde el punto de vista de la inteligencia. No la hay por ahora, y por eso los Institutos no rinden el máximo de sus posibilidades: ni la media de lo posible, me atrevería a decir, salvo el Instituto Lillo”.

Pero finalizaba esperanzado. “Con todo, el camino ha sido emprendido, la obra marcha con los Institutos y sin los Institutos. Tenemos la mejor prueba con el ‘Cancionero’ (de Juan Alfonso Carrizo) que ahora vendrá sumarse en el Instituto de Historia, Lingüística y Folklore”.