En 1916, al fallecer doña Emilia Herrera de Toro
El 4 de agosto de 1916, el Consejo de Educación de Tucumán dispuso que, en todas las escuelas, cada maestra “debía destinar una clase” para ilustrar a los alumnos sobre la trayectoria de doña Emilia Herrera de Toro. La distinguida matrona había fallecido longeva en su Santiago de Chile natal, el 2 de agosto de ese año. El propio presidente del Consejo, Gaspar Taboada, disertó sobre ella durante una visita de inspección a la Escuela Mitre.
Bien hizo Tucumán en recordar a la patricia chilena, que contaba 92 años al morir. Doña Emilia había brindado generosa hospitalidad a los argentinos exiliados en la época de Rosas. El tucumano Juan Bautista Alberdi concurría a su finca “Lo Águila”, cerca de Santiago. También fueron sus huéspedes hombres como Domingo Faustino Sarmiento y Bartolomé Mitre.
En agradecimiento, Félix Frías, el ex secretario del general Juan Lavalle, le obsequió, en 1845, la espada del héroe de Río Bamba, que estaba en su poder. En 1883, ella la envió a Buenos Aires para que fuera depositada en el museo. Además, doña Emilia fue amiga de grandes figuras cívicas chilenas, como Freyre, Pinto, Bulnes y Eyzaguirre, entre muchos otros.
Al comentar la noticia de su muerte, LA GACETA expresó que “fue en Chile la más sincera amiga de los argentinos”. No solamente cobijó a los emigrados en tiempos de la tiranía, sino que “mucho contribuyó su palabra generosa a suavizar momentáneas asperezas y consolidar la paz, amenazada algún día”. Afirmaba el diario que, si su muerte, para Chile, constituía un duelo nacional, “ese duelo es también nuestro”.