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LA ANTIGUA CATEDRAL. Un dibujo de Jung reconstruye la Iglesia Matriz que existió desde 1760 hasta fines del siglo XVIII, cuando se cerró por su estado de ruina. LA GACETA / ARCHIVO

Decretado para costear la Iglesia Matriz.


El 1 de febrero de 1840, el gobernador delegado de la Provincia, presbítero doctor José Eusebio Colombres, resolvió tomar medidas para que Tucumán pudiera edificar una nueva Iglesia Matriz. Consideraba que esa realización era “de urgentísima necesidad”, ya que de ella ha carecido Tucumán “por muy cerca de cincuenta años, con no pequeño desdoro de sus gobernantes y vecindario”.

Además, el Gobierno estaba convencido de que “no teniendo la Iglesia fondos para costear tan importante obra, es de absoluta necesidad buscarlos en los fieles”. Entendía, “finalmente, que apenas habrá tucumano alguno tan poco liberal y egoísta, que por no sufrir la insignificante privación de un bocado de pan, se resista a contribuir a tan interesante obra”.

En consecuencia, decretaba que “de cada peso de pan y empanadas darán, los que negocian en estos ramos, un medio; y para que las amasadoras no sufran mengua ni quebranto alguno en su giro, se las autoriza para quitar media onza del peso que, según la tarifa establecida por la Policía, debe ser cada medio de pan”

Por otro decreto, “todos los aguateros que proveen a la ciudad de este artículo, darán un medio diario, aún cuando no hubieren concluido la venta de su pipa”. El jefe de Policía designaría “un individuo de su confianza, del mismo gremio o de fuera de él, que diariamente haga el cobro y lo ponga en sus manos”. Cada fin de semana debía entregar el total recaudado al encargado de “la fábrica” del templo, quien lo asentará en “el correspondiente libro que se formará a ese objeto”.