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MANUEL BELGRANO. El vencedor de Tucumán y Salta, retratado en la célebre estatua en bronce de la Plaza de Mayo. LA GACETA / ARCHIVO

Nada de “mezquindades para premiar”.


Pocos días después del triunfo de Salta, el general Manuel Belgrano escribía una carta personal al doctor Juan José Paso, todavía miembro del Triunvirato. Fechada el 28 de febrero de 1813, decía que “es excusado hablar a usted de la acción de Salta, porque todo lo he dicho de oficio” y sólo podría entretenerse “en detalles”.

Sabía que se denostaba su capitulación con los realistas derrotados. Estaba seguro que la criticarán “los que viven tranquilos en sus casas y discurren con el buen café y botella por delante; mas he tenido en vista la unión de los americanos y aun de los europeos, que otra cosa; y si no me engaño, me parece que la he de conseguir”. Añadía que “buenos están los golpes que llevan los enemigos de Montevideo, pero todo es cero mientras no se dé el principal, sea como fuese”.

En cuanto al triunfo de Salta, recomendaba: “no anden ustedes con mezquindades para premiar esta acción. Díaz Vélez merece el grado de brigadier, y todos los que estuvieron en la acción del Tucumán y en esta, merecen grado militar; los que han estado en esta únicamente (merecen) escudo: este es mi modo de pensar”.

Añadía: “quisiera volar al interior; pero es mucho lo que hemos sufrido y después de una acción tan reñida hay mucho que componer, mucho que arreglar”. Por otra parte, “el tiempo de aguas nos es muy perjudicial, y se me ha enfermado la gente del maldito chucho, bien que no es extraño pues se han padecido aguas, hambres, vigilias y cuanto es consiguiente para haber logrado lo que se ha logrado”. Terminaba: “dinero, dinero, dinero; sólo por un milagro se sostienen cerca de 3.000 hombres impagados, después de una victoria tan completa”.