El discurso inaugural del doctor Juan Heller
El 18 de junio de 1916, como parte de los festejos del Centenario de la Independencia, el Gobierno de Tucumán, que presidía el doctor Ernesto E. Padilla, inauguró el Museo de Bellas Artes. Estaba en la planta alta del actual local del Archivo General, en 24 de Setiembre 871. En la ocasión, habló el flamante director del nuevo Museo, doctor Juan Heller.
Entendía como detalle feliz, que el acto coincidiera con el Centenario, “porque era obra de nacionalismo, de buen gobierno y de solidaridad humana”. De nacionalismo, porque se habilita con obras de arte facilitadas por la Nación, que así difunde esa cultura superior que se acumuló “en las regiones más ricas y civilizadas”.
De buen gobierno, porque “se realiza no solamente en su concepto supremo de enseñanza, sino durante el reinado de una profunda crisis económica que paraliza muchas iniciativas”. Las instalaciones habían costado 1.200 pesos y sustentar el Museo demandaría 80 pesos mensuales.
”Y es obra de solidaridad humana, por los nobles ideales que consagra y proclama; como lo es cualquier aspiración que haga de la vida una senda menos áspera y del hombre alguna cosa mejor”.
Finalmente, era “obra también de cultura, de condescendencia recíproca, de armonía social, porque la región del arte es serena y eterna como el firmamento”. Y así como el rodar de los planetas en el espacio conduce a la armonía de las esferas, la rivalidad, la crítica, la alabanza engañosa, vendrán “a morir sobre los umbrales de esta casa, y dejarnos el espíritu de su intención ferviente de perfeccionamiento o de mejora”.