
Agudo ensayo del doctor José Ignacio Aráoz.
El doctor José Ignacio Aráoz (1875-1941), a lo largo de su intensa vida de hombre público, se dio tiempo para escribir ensayos relativos al pasado tucumano. Para sus inteligentes reflexiones utilizaba tanto documentos como relatos y juicios que le habían transmitido personas de otra generación. En un artículo publicado en “El Orden” de enero de 1921, se refería a la estructura de la sociedad al promediar el siglo XIX. Se titulaba “Tucumán de cincuenta años atrás. Rasgos sociales y familiares”.
“Tucumán no conoció la nobleza de sangre, ni de tradición, porque era una sociedad nueva, ni la de la riqueza; pero era evidente y fuertísimo entonces, un sentimiento y concepto de clase social que se revelaba en el trato y distancia de la clase media, del peón o sirviente, y en la preocupación de las buenas relaciones que tanto cuidaban los padres, especialmente para sus hijas”, escribía el doctor Aráoz.
“¿En qué se fundaba esa alta clase social? No es fácil decirlo. No había títulos ni riquezas: señoras de las principales vendían quesos, lanas y frutas en sus propias casas. Los caballeros eran tenderos, hacendados o industriales de la caña de azúcar. Niñas y señoras hacían de todo en la casa: limpieza, costura, cocina, etcétera”.
Añadía que “en todo caso, pensaríamos que ese arraigado concepto de clase no tenía otra base que la de una relativa selección de descendientes de españoles y de buenos extranjeros, y de un cierto grado de cultura y conducta moral observada en una o dos generaciones”. Eso era lo que, a su juicio, llegaba un día a convertir en “decente” a una persona.