
Los conceptos del gran médico Araóz Alfaro
Para evitar caer en esa vejez, “que no es sólo la debilitación del cuerpo sino, lo que es peor, la indiferencia del alma, como dice Maurois, digámonos que aun podemos trabajar, que aun podemos entregarnos a la acción, ser útiles a los demás”. Así escribía el célebre médico tucumano Gregorio Aráoz Alfaro, en la revista local “Sustancia”. El artículo se titulaba “¿Es posible prolongar la vida?”.
Expresaba que, si bien resultaba forzoso abandonar ciertos trabajos, había que buscar otras ocupaciones y tareas. “Siempre habrá algunas que podamos desempeñar en beneficio de todos y en beneficio nuestro. Inmovilizarse, declararse inútil, no hacer nada, es envenenarse lentamente. Trabajar, buscar nuevos ideales, aspirar a seguir sirviendo, en algo, en cualquier cosa, en lo que se pueda, es impedir la decadencia y el hastío, es prolongar la vida”.
Lo peor es quedar ociosos. Recordaba que el mariscal Lyautey, a los 81 años, terminado un encargo oficial, preguntó a un amigo: “¿Y ahora qué voy a hacer yo?”. Y cuando el amigo le contestó: “Mariscal, seguramente el gobierno encontrará en qué emplearlo”, replicó: “Eso está muy bueno, pero yo tengo 81 años, y si he de hacer una nueva carrera, es preciso que empiece pronto”.
Agregaba Aráoz Alfaro “hasta cuando la naturaleza nos condena a una vejez enferma y achacosa, mantengámonos firmes”: el espíritu “es más poderoso que la materia”. Recordaba que siempre era posible mejorar la vida espiritual, y entonces, decía “esperemos tranquilos la hora de la separación, que no es dolorosa para los que han pensado en ella largamente, serenamente. Para los que han llevado una existencia larga y fecunda, la muerte es fácil y dulce. La vida se va como el fruto maduro se desprende del árbol”.