
Problemas para atender las dietas de Molina
En 1810, al ocurrir la Revolución de Mayo, la ciudad de San Miguel de Tucumán debió designar su diputado a la Primera Junta, distinción que recayó en el doctor Manuel Felipe Molina. Allí empezaron los problemas financieros para el Cabildo tucumano. La Junta había fijado como dieta para los diputados la suma de 8 pesos por día, desde que salieran de sus provincias hasta el regreso.
El historiador Ricardo Jaimes Freyre se ha ocupado del asunto. Sucedía que el ítem “Propios” del presupuesto del Cabildo –con el que debía pagarse la dieta- era de apenas 1.137 pesos en total. Se formaba con arriendos varios, impuestos a billares y canchas de bochas y la venta de algunos solares, más un sobrante del ejercicio anterior.
Con esa suma, subraya el historiador, debía atenderse “a la compostura y arreglo de edificios, a la celebración de fiestas, al pago de sueldos de escribanos y de portero, y a todos los gastos municipales durante un año, incluso los 8 pesos y medio que, por comisión, cobraba el depositario de estas rentas, don José Gabriel Carmona”.
Se comprende que, dentro de semejante cuadro de escasez, el nuevo gasto a causa del diputado resultaba enorme. Entonces, el Cabildo pidió permiso a la Junta, para acudir al ítem “Sisa” del presupuesto, que tenía 2.500 pesos. La autorización fue concedida y la dieta se imputó a ese rubro, a pesar de la enérgica protesta del tesorero don Manuel Antonio de Pereyra, quien defendía los destinos ya fijados para la “Sisa”.
El doctor Molina prestó juramento el 10 de noviembre de 1810, ante el alcalde don Clemente de Zavaleta y todos los capitulares. Partió luego a Buenos Aires en carreta, tras dirigir al pueblo una inflamada proclama patriótica.