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SAN MARTÍN AL 400. En esta foto de los años 1910, se puede apreciar la gran cantidad de parroquianos que utilizaban las mesas en la acera, en esa cuadra de Tucumán. LA GACETA / ARCHIVO

Por largo tiempo, el impuesto las ahuyentó.


Hoy, es algo común que los bares tengan mesas sobre la vereda, para lo cual satisfacen el impuesto municipal correspondiente, desde hace muchos años. Pero, hojeando los viejos periódicos, se advierte que en un primer momento ese impuesto fue resistido, y las mesas desaparecieron por largo tiempo.

En LA GACETA del 20 de octubre de 1944 se refería al asunto. Recordaba que, “cuando aun el apetito impositivo no se había tornado voraz, las mesitas de bares y confiterías, puestas en las aceras, eran como un símbolo del verano”. Piénsese que hablamos de la época previa al aire acondicionado.

El anónimo cronista añoraba “el placer de los chops bebidos en la acera, en la noche senil o en la aurora naciente”; por aquella tertulia “que junto al cordón se hacía más amena y huía la fatiga del día”.

Sucedió que “fieros ediles llegaron un día y mataron el goce inofensivo de esas horas de charla y desahogo”, estableciendo “un impuesto de dos pesos por sacar cada mesita a la acera”. Y “los dueños de bares y confiterías, cuyo sentido de la caridad nunca estuvo muy desarrollado, jamás volvieron a sacar a la acera aquellas mesitas, símbolo del verano”.

Desde entonces, año tras año, subrayaba, “la ordenanza impositiva repite en el cálculo de recursos este impuesto absurdo”, gracias al cual “en el interior de los locales los infelices parroquianos se guisan en su propia salsa”. Se preguntaba: “¿Acaso se enriqueció el tesoro municipal con este impuesto? No, puesto que ningún comerciante siguió poniendo mesitas en las aceras”.