Ejemplares de un porte extraordinario.
Largos párrafos dedicó Arsenio Granillo en su “Provincia de Tucumán” (1872), a ponderar la variedad y corpulencia de los árboles de nuestra provincia. Es un tema donde suministraba, además, varios ejemplos.
Narra que “del tronco de un pacará cortado en Yerba Buena, se sacó una tabla de una sola pieza para mesa de billar de tamaño ordinario; y creemos que dicha mesa existe aún, habiéndose construido de uno de sus gajos un bateón de capacidad de 60 barriles”.
Decía que “uno de los ríos del sur, el río Seco, arrastró en una de sus avenidas (crecientes) un cedro arrancado a la sierra, cuyo tronco medía 25 varas de largo, siendo la punta del diámetro de una vara, lo que indica que el árbol tuvo muchas varas más de alto. Dos hombres a caballo colocados a uno y otro lado del tronco, no podían verse”.
Narraba asimismo Granillo que en la Exposición de Córdoba, de 1870, se habían presentado dos tablones del cedro de referencia, “que han llamado la atención de los visitantes por su tamaño, y dado alguna idea de la colosal vegetación de este país”. Claro que los tablones no podían dar la medida del tronco “pues aparte de lo que este había perdido ya con el tiempo en que estuvo abandonado en el cauce del río para reducirlo a tablones y hacer posible su transporte en carros, ha sido necesario disminuirlo considerablemente”.
Afirmaba que “ejemplares semejantes de encuentran a cada paso en las poblaciones de la campaña, donde están tan familiarizados con el tamaño extraordinario de los árboles, que nada los sorprende”.