El paseo ritual por la plaza Independencia.
En su novela “Mármoles bajo la lluvia” (1954) el tucumano Pablo Rojas Paz dedica largos párrafos a los conciertos (la retreta) de la Banda de Música en la plaza Independencia. Su argumento se ambientaba a fines del siglo XIX, cuando dirigía a los músicos el maestro Antonino Malvagni.
Escribe que “esta eutrapelia ciudadana tenía en Tucumán un origen muy ilustre. Los músicos de los regimientos iban a tocar frente a la residencia del general en jefe, en la época de Belgrano y San Martín. El Libertador prohibió estas retretas frente a su residencia, cuando ansiaba el reposo y el silencio de ciertas horas del día como lenitivo a su dolencia gástrica”.
Asistir a la retreta era un rito que cumplía puntualmente la alta sociedad. Más que escuchar la música, ella era el marco para el constante ir y venir de la juventud por esa parte del paseo. En aquellas “noches profundas” olorosas a azahar, “mientras el director desarrollaba la serpentina musical del Himno al Sol, de Iris, de Mascagni, o abría su cola de pavo real de sonidos una página de Rimski, pasaban ellas, las mujeres, tomadas del brazo como para protegerse recíprocamente, en tanto los jóvenes las miraban pasar”, escribe Rojas Paz.
Más allá, “un poco apartados de la greguería de la juventud, se ubicaban los ancianos y la gente madura, todos los que estaban de regreso de muchas cosas, en bancos reservados, para hablar de política, para contarse cuentos verdes o para quedarse callados en alargados minutos de comodidad silenciosa. De pronto aparecía una pareja de novios, para cuya boda ya las muchachas habían encargado los vestidos. Y ‘los dichosos’ pasaban saludando a diestra y siniestra”.