Importante tarea del padre León Castillon.
En 1924, el naturalista Cristóbal M. Hicken calificaba al presbítero León Castillon, catedrático de la UNT, como “uno de los más entusiastas y serios hombres de estudio”. Gran conocedor de la flora del Noroeste y poseedor de “un hermoso herbario”, a juicio de Hicken su “excesiva modestia” había impedido que “fuera su nombre más conocido y saliera fuera del círculo de los botánicos”.
El trabajo de María Eugenia Godoy, “Conozcamos a León Castillon, discípulo de Miguel Lillo” (2004), ofrece valiosas referencias sobre la vida y obra de este religioso. Castillon era francés, nacido en 1875. Vino a la Argentina en 1894 y se ordenó sacerdote lourdista en 1900.
De 1903 a 1910 enseñó en el Colegio Sagrado Corazón de Tucumán. Después fue docente en Catamarca, hasta 1919. Volvió a Tucumán, pasó al clero secular y fue profesor del Colegio Nacional y de la UNT. Era jefe de la sección Botánica del Museo de Ciencias Naturales de la casa y miembro del Consejo Directivo de la Facultad de Química. La UNT lo envió en gira de estudios a Europa. En 1930 regresó definitivamente a Francia, y murió en su pueblo natal de Asté, Altos Pirineos, el 16 de octubre de 1959.
Hacia 1908 se hizo estrecho amigo y discípulo de Miguel Lillo. Realizó numerosas excursiones por las montañas del NOA, recogiendo piezas para su herbario. Godoy transcribe numerosas cartas que intercambiaba con Lillo: es un material de alto interés. Antes de alejarse definitivamente de Tucumán, vendió su biblioteca a la UNT y su herbario, informa Godoy, se incorporó a las colecciones de la Fundación Lillo. En suma, el nombre de este sacerdote debe consignarse en sitio importante, en la aún no escrita historia de la ciencia de Tucumán.