Las razones para resistir en Tucumán.
El 19 de septiembre de 1812, desde nuestra ciudad y cinco días antes de la batalla de Campo de las Carreras, el jefe del Ejército del Norte, general Manuel Belgrano, escribía al poder central para explicarle la causa de su detención en Tucumán, contraviniendo la orden de retirada. La carta se publica en el tomo IV de “Documentos del Archivo de Belgrano”.
Expresaba que, si continuaba alejándose, “el ejército todo, todo, es perdido sin arbitrio alguno y sin que haya un medio de poderse remediar”. Las tropas y las milicias empezarían a desertar, y el ejército realista -“que según las noticias de ayer estaba a catorce leguas de aquí”- empezaría a picarle la retaguardia.
Además, razonaba, “¿cuál camino tomar en donde el ejército no esté expuesto a perecer? ¿cómo pasar la travesía? (se refería al trayecto a Santiago y Córdoba), ¿de dónde han de salir esos medios para ejecutarlo, cuando los que van quedando atrás, todos se hacen nuestros contrarios y facilitan a los enemigos medios de que nos persigan?”.
Si se retiraba, “los tucumanos mismos, que ahora están con nosotros, serán los peores y nuestra pérdida inevitable. En estas circunstancias, que ya he reflexionado demasiado, que las he discutido con los oficiales de mayor crédito y conocimiento, no he hallado más que situarme en este punto y tratar de hacer una defensa honrosa, de la que acaso podemos lograr un resultado feliz”.
Añadía: “Y si no es así, al menos habremos perdido en regla y no por el desastre de una retirada, véase por donde se quiera; me obliga, además de las razones que dejo apuntadas para la defensa, ver el entusiasmo de la tropa y de toda la gente que me acompaña”.