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RICARDO JAIMES FREYRE. El distinguido altoperuano residente en Tucumán aparece a la izquierda, junto al presidente de Chile, Arturo Alessandri Palma, en 1922.

Por Tucumán, habló Ricardo Jaimes Freyre.


En 1911, el centenario de Domingo Faustino Sarmiento dio lugar a grandes festejos en San Juan. La provincia de Tucumán envió como delegado al poeta Ricardo Jaimes Freyre. El distinguido residente altoperuano pronunció un aclamado discurso, cuya versión completa publicó el diario “El Orden” en su edición del 3 de junio.

“Sarmiento atravesó, para gloria y desdicha de su vida, todo el período caótico de la formación social argentina. Era necesario que viera cómo se pierden en la ignorancia, en la miseria y en la tiranía, los primeros gérmenes de las fecundas ideas; cómo se malgastan las energías; cómo surgen por todas partes las venenosas cabezas de los reptiles”, dijo en un tramo.

Agregó: “alcanzó en la infancia a los promotores, a los héroes, a los realizadores de la gran revolución; conoció en su juventud a los soldados de fortuna que crearon la semibarbarie del período anárquico; se encontró más tarde frente a frente con los usuarios de la desorganización y del desorden; vio levantarse los grandes despotismos y se hizo hombre en la persecución, en el destierro y en la miseria”.

Después, “cuando la nieve empezaba a brillar en sus sienes, asistió al resurgimiento del ideal colectivo, a la restauración de la vieja patria. Y al extinguirse su fecunda vida, los niños -esos niños a los que amaba a la manera de un abuelo a la vez complaciente y ceñudo- hablaban ya en las escuelas, como de viejos tiempos legendarios, de los tiempos en que no existía una República Argentina fuerte, próspera, grande, una”.