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LAS MILICIAS CRIOLLAS. Según García Camba, se trataba de "los mejores jinetes del mundo". LA GACETA / ARCHIVO

Las memorias del general realista García Camba.


En 1846, es decir 34 años después de la batalla de Tucumán, el general realista Andrés García Camba, en la “Memoria para la historia de las armas españolas en el Perú, 1809-1821”, haría una severa crítica al desempeño de Pío Tristán en el Campo de las Carreras.

“Todos los pormenores de la campaña, si abonan el valor personal de don Pío Tristán, rebajan mucho el crédito de que gozaba como experto militar”, dice García Camba. Encuentra “injustificable” que la división de vanguardia se alejase tanto del cuartel general “internándose en un país llano y todo conmovido”, y con mala caballería, “al paso que los insurrectos podían presentar tanta gente montada cuanto fuese el número de los habitantes disponibles, y de los mejores jinetes del mundo”.

Razona que “si el intrépido Tristán, una vez resuelto a avanzar tan desacordadamente, hubiese conducido su fuerza dispuesta, según las circunstancias locales demandan, montada y pronta a servir también su artillería; si hubiese hecho reconocer con oportunidad el bosque inmediato, en el que se ocultaba la caballería que vino a causar su ruina, hubiera podido mejorar su ataque, y es probable que hubiera triunfado de un enemigo que le era muy inferior en la calidad de la infantería y aún en la artillería, teniendo además de su parte el favorable prestigio de los triunfos anteriores”.

Agrega García Camba que “con una victoria a la sazón en Tucumán, la revolución hubiera recibido un golpe tal vez irreparable, y por lo tanto de inmensas consecuencias; pero el revés que experimentaron las armas españolas produjo muy distintos resultados”.