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LA CONDECORACIÓN. Escudo de paño azul con leyenda bordada en plata, acordado a los vencedores de Tucumán.

El tucumano Valle se pasó a los realistas.


La biografía de los oficiales que combatieron en la batalla de Tucumán, revela no pocas trayectorias curiosas. Un caso interesante es el del coronel Rufino Valle. Era tucumano de nacimiento, pero se radicó muy joven en la provincia de Jujuy.

Al pasar por allí el Ejército del Norte rumbo a la primera campaña al Alto Perú, se enroló en sus filas. Le tocó participar así en la derrota de Cotagaita, en la victoria de Suipacha y en la derrota de Huaqui, así como en la posterior retirada. Ya con la fuerza al mando de Manuel Belgrano, se halló en la jornada del Éxodo jujeño y en la acción de Las Piedras.

En la batalla de Tucumán, con grado de teniente del regimiento Dragones de la Patria, estuvo al mando de una sección de la caballería de reserva. También luchó en la batalla de Salta y, en la lista de revista, Belgrano anotó, en el correspondiente casillero: “valor: tiene”. Ya ascendido a capitán, estuvo en la segunda campaña al Alto Perú, y resultó seriamente herido en la derrota de Vilcapugio.

Pero curiosamente, dos meses más tarde, ya curado, resolvió pasarse al bando de los realistas. En sus “Memorias”, José María Paz no titubea en calificarlo de “hombre sin honor y soldado sin carácter”. Bajo la bandera española, llegó al grado de comandante y peleó a las órdenes de Olañeta.

Concluida la guerra de la Independencia con el triunfo patriota en Ayacucho y Túmusla, tranquilamente Valle regresó a Jujuy. Peleó en la guerra de la Confederación Argentina contra Bolivia, fue varias veces diputado y presidió la Sala de Representantes de Jujuy. Murió allí el 23 de enero de 1861.