La coz de un caballo le quitó la vida.
El general José María Paz, en sus “Memorias”, narra que durante la tercera campaña al Alto Perú, a órdenes del general José Rondeau, el Ejército del Norte acampó en agosto de 1815 en el pueblito de Macha, a un par de leguas de Ayohuma.
“Allí -dice- permanecimos algo más de un mes, en el que tuve el acerbo pesar de perder un compañero querido, un amigo sincero: el capitán don Tomás Tejerina, tucumano”. Su muerte ocurrió “de resultas de una caída de caballo, y de una patada que con este motivo recibió en la cabeza; hallándose ya casi sano, recayó de un modo tan violento que en pocos días pasó a la eternidad”.
Agrega Paz: “estábamos tan estrechamente unidos por la amistad, vivíamos juntos, comíamos juntos y paseábamos juntos. Sus ideas estaban en perfecta consonancia con las mías y éramos, en una palabra, amigos verdaderos. Su muerte me causó un vivo pesar, y duró por mucho tiempo este doloroso recuerdo. Si yo perdí un amigo, la patria perdió un hijo digno y el Ejército una de sus más bellas esperanzas”.
Escasos datos biográficos se tienen de Tejerina. Había luchado en la batalla de Tucumán, en la batalla de Salta y posteriormente en los contrastes de Vilcapugio y Ayohuma, ganando con mérito su ascenso a capitán. Paz refiere que Tejerina fue un camarada de sentido ético, que secundó su tarea de combatir los latrocinios y excesos acaecidos durante la permanencia de la tropa en Potosí.
En la batalla de Tucumán era subteniente del regimiento Dragones de la Patria y, en las planillas de 1813, el general Belgrano lo califica como oficial de “valor acreditado”.