Emotiva página personal de Juan B. Terán.
El 21 de diciembre de 1923 muere en La Plata el doctor Joaquín V. González. El rector de la UNT, Juan B. Terán, había sido su discípulo y amigo, y no olvidaba que González prestigió con su presencia la inauguración de la casa, en 1914.
“Poeta que no pudo ser en la medida de su ansia de ensueño y de evocación, porque lo tiranizaron su tiempo y su país, y no le fue dado sino engañarla en reposos fugaces, como el peregrino su sed con el agua recogida en el hueco de la mano”, lo describe Terán en su diario personal. Recuerda que la inspiración de González “era inmensa, como su capacidad de emoción delante de todos los paisajes de todas las latitudes del espíritu”.
Así, “mezcla de artista, de monje y de sabio, porque tenía la pasión de la naturaleza, el sentido del misterio y el gozoso afán inagotable de conocer”, el célebre riojano “fue nuestra inteligencia más universal: había penetrado en la ficción, en la historia, en la política, en la filosofía, en la leyenda”. Pensaba Terán que después de Ruy Barbosa y de José Enrique Rodó, poseía “la visión más amplia de América en ese momento”.
Consideraba que fue “un escritor, un cónsul y un poeta que creó belleza, vivió para su país y alentó, con su pensamiento y su acción, los supremos ideales de justicia, de humanidad y de paz”. El alma de este “peregrino del mundo” estaba “llena de la bondad, de la piedad y de la emoción de la belleza que de esa conciencia florece; del estoicismo sonriente que disuelve la amargura de las negaciones de los hombres”. Terminaba: “en medio del dolor orgulloso de los pomposos funerales públicos, me recojo filialmente a llorar a este maestro y amigo incomparable”.