El tucumano Carlos María Huergo
Una muy destacada figura del ámbito empresario nacional fue don Carlos María Huergo. Había nacido en Tucumán en 1795, hijo de José María Huergo y de Hermenegilda Cainzo, y desde muy joven se dedicó al comercio con éxito, negociando en San Juan y Catamarca. Se estableció luego en Buenos Aires.
En tres veleros de su propiedad traía yerba mate de Brasil y Paraguay y la fraccionaba para su venta, rubro donde amasó una fortuna. En la intersección de las hoy calles porteñas Belgrano y Balcarce, edificó una gran casa en torno a la cual estaban sus depósitos y almacenes.
Mostró su espíritu de patriota adquiriendo 150 tercerolas que donó a la expedición de los Treinta y Tres Orientales. Fue asimismo el primero que adelantó fondos para el viaje de inmigrantes desde España, país con el cual mantenía un intenso comercio, con los barcos de su flota.
Era visionario y emprendedor. En 1836 introdujo un millar de carneros merinos para su importante estancia “Laguna del Potrillo”. Se trasladó a Londres, donde adquirió máquinas para sus empresas: entre ellas, la prensa hidráulica con la que enfardaba lanas y las exportaba. Fue uno de los muy pocos argentinos que viajó a los entonces misteriosos países del Extremo Oriente.
Era tan activo e inquieto, que el ingeniero Carlos Enrique Pellegrini escribió que Buenos Aires ya carecía de “campos de acción” para el infatigable Huergo. Murió en esa capital el 8 de febrero de 1849. Hemos tomado estas referencias de “El río de la sangre”, de Alfredo Viton (1959), libro que reproduce el retrato a pluma de este célebre comprovinciano.