El caso de Abraham González, en 1819-22.
Hay personajes que de pronto desempeñan un papel central y luego desaparecen totalmente. Es el caso del coronel Abraham González. Había nacido en 1782 y luchó en las filas patriotas de la Banda Oriental durante el primer sitio de Montevideo. Hacia 1814 vino a esta zona del país para incorporarse al Ejército del Norte. Estuvo en el desastre de Sipe Sipe y, tras un tiempo de enfermedad en Jujuy, pasó a Tucumán. Tenía el grado de capitán.
Es conocido que la noche del 11 de noviembre de 1819 se produjo un motín militar en nuestra ciudad, que dio como resultado el derrocamiento del gobernador Feliciano de la Mota Botello. Lo encabezaba González, detrás del cual movía los hilos el ex gobernador Bernabé Aráoz, quien asumió poco después la conducción del Estado e instituyó la “República de Tucumán”.
González se convirtió en un personaje. Aráoz lo ascendió a coronel y lo nombró Comandante General de Armas. Sirvió con eficacia a la “República”, al derrotar (abril de 1821), en el Rincón de Marlopa, a los invasores salteños y santiagueños que avanzaban sobre la provincia. Pero en agosto, González mostró su ambición. El 28 depuso a Aráoz y se hizo con el poder. Lo detentó hasta enero de 1822, en que lo atacaron las fuerzas, adictas a Aráoz, de Javier López y Gerónimo Zelarayán, y debió rendirse.
Entonces desapareció para siempre. Escribe Jaimes Freyre que “en el término de dos años, el oriental aventurero había pasado desde su pobre situación de oficial desconocido, sin porvenir y sin prestigio, hasta la de general triunfante, gobernador y árbitro de la provincia, y caído otra vez en la oscuridad, de la que no volvió a sacarlo la fortuna”. Se supone que murió en Buenos Aires, hacia 1835.