Bajó el tono de su reclamo al irse Quiroga
El vitalicio dictador de Santiago del Estero, general Juan Felipe Ibarra (1787-1851), unió sus fuerzas a las de Juan Facundo Quiroga, quien batió al gobernador tucumano Gregorio Aráoz de La Madrid en la batalla del Rincón del Manantial, el 6 de julio de 1827.
Afirma Paul Groussac que, mientras Quiroga permaneció en Tucumán, estaba Ibarra envalentonado: “profería insultos y amenazas; exigía una indemnización de 29.300 pesos y se burlaba torpemente de los vencidos”. En una nota escrita desde su campamento el 28 de julio, advertía que “el Señor Gobernador de Santiago no ha venido a tomar aires a Tucumán, y si para el lunes 31 del presente no se hace efectiva la entrega de 29.300 pesos, él mismo tendrá necesidad de indemnizarse por los medios más suaves, y que prescriben los derechos de la más justa guerra”.
Pero cuando se alejó el “Tigre de los Llanos” con sus tropas, el tono de Ibarra, aunque siempre atrevido (escribía, por ejemplo, que “estamos perdiendo tiempo a fuerza de borrar papel, que está escaso”) empezó a bajar. Ya pedía solamente la mitad de los 29.300 iniciales.
Solicitó al flamante gobernador Nicolás Laguna que le diera nombres de los “autores de la guerra”. Laguna contestó que no podía hacerlo “por el retiro absoluto en que ha vivido, sin tomar parte en la política”.
El “tinterillo” de Ibarra le contestó que “su retiro no será tanto como Diógenes metido en la tinaja”. Comenta Groussac: “óyese desde aquí la risotada del gaucho por la gracia de su escribiente. Pero, con groserías y todo, Ibarra no se atrevió a dar un paso adelante, y muy pronto se retiró a su capital, sin haber obtenido más que el ganado que arreó a su vuelta”.