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TIEMPOS DE LA REVOLUCIÓN. Así se veía la calle del Cabildo porteño, hacia la época en que se implantó la escarapela. LA GACETA / ARCHIVO

La tropa la usó en la batalla de Tucumán.


El historiador Julio P. Ávila señala que es un error pensar que nuestras tropas pelearon, en la batalla de Tucumán, con los distintivos de la bandera de España, ya que no se había autorizado aún la bandera de Belgrano. Afirma que, por el contrario, usaron la escarapela celeste y blanca.

En efecto, meses antes de la acción del 24 de setiembre se modificó el emblema que hasta principios de 1812 llevaban las tropas de las Provincias Unidas. La disposición respectiva, adoptada a instancias de Belgrano, la dictó el Triunvirato el 18 de febrero de ese año y fue remitida a todas las provincias.

Resolvía que “desde esta fecha en adelante se haya, se reconozca y se use, por las tropas de la patria, la escarapela que se declara nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata”. Esta escarapela “deberá componerse de los dos colores, blanco y azul celeste, quedando abolida la roja con que antiguamente se distinguían”. Como se sabe, nueve días más tarde enarboló Belgrano, entonces destacado en Rosario, una bandera confeccionada de acuerdo a esos colores.

A la disposición de la escarapela, cada autoridad provincial la reglamentó de diversas maneras. Por ejemplo, cita Ávila la norma expedida por el Gobierno de Córdoba. El 12 de abril resolvió que “ningún vecino, sea militar o de cualquiera otra clase, use ni pueda usar de otra escarapela que la expresada en la orden inserta”. Y aclaraba que además “de los militares, que por obligación deben traerla, podrá también llevarla cualquier paisano que quiera, como distinción de nuestro actual sistema, con prevención de que los contraventores de este mandato serán severamente castigados al arbitrio de este gobierno”.