La batalla de 1812 y un cuento de Rojas Paz.
En “El patio de la noche”, su libro de 1940 muchas veces reeditado, el tucumano Pablo Rojas Paz (1896-1956) ofrece una visión literaria de la Batalla de Tucumán, del 24 de setiembre de 1812. Consta en el cuento “El jarro de plata”.
Escribe que “un día de esos, al comienzo de una primavera tibia y reseca, con pocas flores y mucha luz, con mucha tierra y poca agua, a las puertas de una cándida y pequeña ciudad, se dio una batalla en la cual la artillería, mandada por el barón de Holmberg, hacía descargas con un estruendo capaz de ensordecer la tierra”.
Los enemigos realistas “que bajaron del Norte, guardaban todavía aquella elegancia con que saludaban al virrey en las calles de Lima. Pero no supieron luchar contra aquel ejército abigarrado de jóvenes que no conocían otro juego que el de las prendas y por hombres que habían frecuentado únicamente los riesgos del tresillo”.
“Así, huyeron abandonando en el campo de batalla fusiles de chispa tan complicados que sólo podían ser manejados por astrónomos, morriones de alta cimera, tambores y aperos, bolsas con pepitas de oro, objetos de plata, recuerdo ‘obligado’ de ciudades ya visitadas”.
“La batalla había sido entreverada y violenta, eso sí. Se peleaba de cualquier manera, cada jefe atacaba como le parecía; el único que había puesto un poco de orden en el combate era el barón de Holmberg, al hacerles comprender lo peligroso que era ‘tapar la artillería’. La caballería se distinguía por sus largas tacuaras que llevaban enastado un cuchillo y por sus guardamontes con que impresionaban como si combatiesen sobre caballos alados”…