La colección de Liberani en el Colegio Nacional.
Es sabido que, en 1877, los profesores Inocencio Liberani y Rafael Hernández, del Colegio Nacional de Tucumán, realizaron una excursión arqueológica, tan pionera como notable, por los valles de Santa María. La exploración -elogiada por Ameghino- fue documentada en un álbum manuscrito que la UNT editó mucho después, en 1950, con prólogo del doctor Ernesto Padilla.
Liberani y Hernández habían recogido numerosos objetos arqueológicos, que depositaron en el gabinete de Historia Natural del Colegio. Destacaría Padilla que “después de instaladas las piezas del profesor Liberani, no han sido guardadas como correspondía a la importancia de ser frutos de la primera expedición arqueológica argentina”. El cambio de local del Colegio (del hoy ocupado por la Escuela Sarmiento al de frente a la plaza Urquiza) significó “disminución y desmedro” para las piezas.
Comentaba Padilla que, a su juicio, “ante los hechos que fueron determinando esta disminución sucesiva del rico material recogido, algún desaliento rozó el alma austera del profesor Liberani”, quien había soñado inclusive con armar, en el establecimiento, un “Museo de Ciencias Naturales”.
El descuido, que Padilla calificaba de “grave falla espiritual”, nunca se corrigió, sino todo lo contrario. Hoy, entendemos que las piezas arqueológicas hace mucho tiempo que no existen, ni se sabe su paradero. A comienzos de la década de 1980, un particular ofreció en venta al Museo “Avellaneda” -que la adquirió- una corteza tallada que integraba el hallazgo de Liberani. Sería lo único que el público puede apreciar ahora del valioso conjunto.