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JOSÉ IGNACIO ARÁOZ Y CÓRDOBA. El vicerrector del Nacional, que actuó en el caso Rocha, al centro. Lo flanquean Ruperto Fotheringham, de pantalón blanco, y otro no identificado. LA GACETA/ ARCHIVO.

A fines del siglo XIX el público se apasionaba, curiosamente, por dilemas matemáticos como “la cuadratura del círculo”. En esa …


A fines del siglo XIX el público se apasionaba, curiosamente, por dilemas matemáticos como “la cuadratura del círculo”. En esa línea se inscribe un caso ocurrido en Tucumán. 

En febrero de 1878 Andrés Rocha se presentó al Gobierno para manifestar que había solucionado el problema de “la Trisección del Ángulo Agudo y Obtuso”. Pedía un certificado de “que he sido yo el primero que ha resuelto el problema”. El Gobierno designó una comisión de profesores (Paul Groussac, José Ignacio Aráoz y Córdoba y Rafael Hernández) para estudiar el asunto.

Aráoz y Córdoba manifestó días después que, analizando en su casa la demostración, notó que faltaba una línea básica. En ese momento, Rocha llamó a su puerta para informarle que había encontrado “esa línea esencial que falta”. El vicerrector pedía que se devolvieran los papeles a Rocha, para que hiciera una nueva presentación. Pero el Ejecutivo opinó: “Estése a lo dispuesto en el decreto”.

Tres días más tarde, el profesor Rafael Hernández finiquitó el asunto. Dijo que, al examinar el trabajo, halló que Rocha elegía arbitrariamente tales y tales puntos, y que (por una serie de razones geométricas que desplegaba con lujo de detalles), dictaminaba que “la demostración presentada por el señor Rocha no llena las condiciones de una solución geométrica, quedando todavía la Trisección del Ángulo como problema no resuelto ni por la geometría ni por el álgebra”. Las singulares actuaciones se transcriben en el tomo correspondiente a 1879 de la “Compilación Ordenada”.