Blanca Luz Brum vivió 85 turbulentos años. En su transcurso disfrutó de la vida a bocanadas, entre tempestuosos amores y libros de poemas. Con el mismo fervor militó en el marxismo, para virar luego a la extrema derecha.
Blanca Luz Brum es una figura de leyenda entre las mujeres latinoamericanas del siglo que pasó. Vivió la vida con la máxima intensidad, disfrutando del amor de artistas y de literatos y pintores. Militó con igual intensidad en la izquierda revolucionaria, afrontando la cárcel y las deportaciones. Y después se pasó resueltamente al otro extremo. Escribió alegatos revolucionarios, poesías, textos autobiográficos y muchas cartas: en las líneas que siguen, utilizamos referencias de los ensayos de Hugo Achugar y de Graciela Sapriza. Últimamente ha pasado al cine, y la actriz Carla Peterson la encarna en la película “El mural”, de Héctor Olivera.
Viuda con un hijo
En el pueblo uruguayo de Pan de Azúcar, el 31 de mayo de 1905 nació Blanca Luz Brum. Los padres se llamaban Gregorio Brum y Clemencia Elizalde. Ella se decía sobrina del presidente Baltazar Brum -famoso por haberse suicidado en la calle, en 1933- pero la familia negó siempre todo parentesco.
Se educó como pupila en un colegio de monjas de Montevideo. En 1924, llegó hasta allí el literato Carlos Sabat Ercasty, a quien las religiosas habían ofrecido una cátedra. De puro curioso, lo acompañaba Juan Parra del Riego, conocido poeta peruano radicado en Montevideo (anotemos que permaneció en Tucumán varios meses en 1918, escribiendo en LA GACETA). Cuando Parra divisó a Blanca Luz en la fila de alumnas, se sintieron mutuamente embelesados. La chica empezó a escaparse para pasear en motocicleta con su nuevo amor, y a los pocos meses se casaron.
La felicidad duró muy poco. La tuberculosis terminó con Parra del Riego en noviembre de 1925, seis días después de haber nacido su hijo Eduardo, y dos meses después de haber publicado su último poemario, Blanca Luz. La viuda partió a Lima, con Eduardo, llamada por la familia del marido. Pronto, los aristocráticos Parra del Riego se estremecerían ante las actividades políticas de Blanca Luz.
Marxismo revolucionario
La viuda se torna admiradora de Juan Carlos Mariátegui: traban estrecha amistad y se enrola en el marxismo revolucionario. Escribe en Amauta, la revista de Mariátegui, funda una propia, Guerrilla, y publica el poemario político Levante. Es una bella mujer. Tiene una escultural figura y embruja con sus “pómulos acentuados, sus cabellos oscuros y un aire entre pícaro y displicente”, escribe Sapriza. Pronto se prenda de Blanca Luz el literato César Miró Quesada. Pero el grupo de Mariátegui empieza a molestar al gobierno. Corre 1927 cuando la policía clausura Amauta y deporta a Blanca Luz, quien viaja a Chile. Desde allí, se casa por poder con el encarcelado Miró Quesada.
En 1928, César puede dejar el Perú. Viven un tiempo en Valparaíso y luego en Buenos Aires. Pero la pareja no funciona y se separan. En la ancianidad, lleno de rencor, Miró Quesada no titubeará en declarar que “Blanca Luz no significó nada en mi vida”, en testimonio que recoge Hugo Achugar.
Flechazo de Siqueiros
Blanca Luz vuelve a Montevideo. Escandaliza a la gente con su actividad en las filas comunistas, su incendiaria columna en el diario Justicia, sus atuendos exóticos y sus costumbres desprejuiciadas. En esa época nace una amistad que nunca habrá de interrumpirse, con el escritor Luis Eduardo Pombo. Desde entonces, “Pombito” será su máximo confidente.
En junio de 1929, recibe el gran flechazo amoroso. Conoce en Montevideo al muralista mexicano David Alfaro Siqueiros. A los 33 años, ya es famoso por esa pintura monumental que traduce su pasión de militante. Blanca Luz, sin vacilar, decide unir su vida a la del pintor.
Deja el chico a cargo de su hermana Violeta y parte con David, primero a Nueva York y después a México, donde se casan. El gobierno los arrestará. A Blanca Luz la liberan primero y le permiten vivir en Taxco. Casi a diario viaja en micros destartalados a visitar al preso Siqueiros: publicará el testimonio de esos días en Penitenciaría-Niño Perdido. No falta quien afirme que tuvieron un hijo, muerto a poco de nacer. Es uno de los muchos puntos oscuros en la biografía de Blanca Luz.
En Buenos Aires
Se hacen amigos de Sergio Eisenstein, durante la filmación de “Viva México”. Tienen contactos con el famoso Augusto César Sandino. Esto determina la expulsión de David y Blanca Luz del Partido Comunista de México, que está en conflicto con el guerrillero nicaragüense. Vuelven a Estados Unidos en 1932. Se establecen en Los Angeles, y Siqueiros presenta una extraordinaria exposición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. La pareja está todavía unida, pero tienen fuertes encontronazos: David suele golpearla.
Regresan al Uruguay. Pero Siqueiros pasa a Buenos Aires, invitado a exponer en Amigos del Arte. Lo reciben Victoria Ocampo y Oliverio Girondo. Mientras tanto ella, en Montevideo, anima la Confederación de Trabajadores Intelectuales y publica Aportación, órgano del sindicato. También, otro libro de poemas, Atmósfera arriba.
Blanca Luz parte a reunirse con David en Buenos Aires, cuando el pintor resuelve prolongar su estadía. Sucede que el director del diario Crítica, Natalio Botana, ha contratado a Siqueiros: quiere tener un mural en el sótano de su quinta de Don Torcuato. La obra empieza de inmediato. Ayudan a Siqueiros los pintores Antonio Berni, Lino Enea Spilimbergo y Juan Carlos Castagnino.
Mural y nuevo amante
Es un mural erótico, en uno de cuyos sectores estaría retratada Blanca Luz desnuda. Mientras Siqueiros pinta, el poderoso Botana suele dar fiestas en Don Torcuato. A una de ellas asisten los poetas Pablo Neruda y Federico García Lorca. En sus memorias, el primero habla de un encuentro ardiente que pudo haber tenido con Blanca Luz. Pero la descripción física no encaja, y ella asegurará que Neruda escribió esos párrafos para vengarse, porque lo había desdeñado.
Lo que sí ocurre es que, cuando el gobierno argentino expulsa a Siqueiros por haber apoyado una huelga, Blanca Luz se queda en Buenos Aires. Ya es amante de Botana. “Yo lo recuerdo como a un Emperador. Era un audaz y un triunfador”, recordará.
Aunque Siqueiros se revuelva de celos y de furia, la relación nunca se recompondrá. Y a poco andar, también concluye el amorío con Botana. La voluble Blanca Luz viaja a Chile. Allí se divorcia de Siqueiros y se casa con el ingeniero Jorge Beeche Caldera, un pulcro legislador chileno que ha conocido en Don Torcuato. El nuevo marido -afecto al alcohol- tolera sus actividades de militante, que no se detienen. Publica Blanca Luz contra la corriente, y otros libros con títulos minerales: Cobre, Salitre, Bórax, Azufre, a la vez que organiza frentes antiimperialistas. Por un tiempo es amiga del poeta Vicente Huidobro y su grupo. En 1938 tiene una hija con Jorge: la bautiza María Eugenia.
Viraje a la derecha
Al año siguiente publica Cartas de América del Sur. En el mundo hay vientos de guerra: se firma del pacto germano-soviético y los nazis invaden Polonia y Finlandia. Esas novedades determinan un vuelco fundamental en las ideas políticas de Blanca Luz. Se desilusiona definitivamente del comunismo y pasa a la derecha.
Al promediar la década de 1940, está otra vez en Buenos Aires. Se hace amiga de Juan Domingo Perón: mantendrá correspondencia con el líder justicialista -hoy guardada en la Universidad de Rutgers- por lo menos hasta fines de los 60. Pero se sabe que Evita no le tuvo simpatía.
Blanca Luz apoya la movilización del 17 de octubre de 1945, y poco después vuelve a Chile. En 1947 la destroza la muerte de su hijo Eduardo Parra del Riego, en Lima, en un accidente automovilístico. Ya se ha divorciado de Beeche Caldera y se casa de nuevo, con Carlos Bronson, gerente de la compañía aérea Panagra. Con él tendrá un hijo, Nils Bronson.
En septiembre de 1957, el nombre de Blanca Luz pasa a la primera plana de los diarios: ella y Jeanette de Undurraga ayudan al dirigente nacionalista Guillermo Patricio Kelly a fugarse de la cárcel de Santiago, disfrazado de mujer.
La isla de Robinson
Los años siguen pasando. En 1959, Blanca Luz deja a Bronson. Se entusiasma con las ideas de Eduardo Frei en 1963, pero pronto las repudia por considerarlas otra versión del comunismo. El triunfo de Salvador Allende y la Unidad Popular en 1970 la aterroriza. Por eso apoya el golpe militar de Augusto Pinochet, tres años más tarde. La vida le reserva otro terrible hachazo en 1975, cuando su hijo Nils perece en un accidente de carretera, en Santiago. Un año antes ha muerto en México su antiguo amor, David Alfaro Siqueiros.
Poco a poco deja la ciudad y se radica definitivamente en la isla de Robinson Crusoe, en el archipiélago de Juan Fernández. El testimonio de una viajera, transcripto por Sapriza, asegura que Blanca Luz la recibió tocada “con una enorme capelina y envuelta en gasas o tules”. Y que una noche organizó una comida exclusiva para turistas hombres: los aguardaba “tendida en una enorme chaise longue, sólo cubierta por una piel de oso”.
En la isla, se dedica a la pintura ingenua. Ya es chilena, según la carta de ciudadanía que le ha concedido Pinochet. Escribe otro libro, El último Robinson Crusoe, y viaja a Tokio para la reunión mundial del Pen Club. Poco después de cumplir los 80 años, se apaga la tumultuosa vida de Blanca Luz Brum, el 7 de agosto de 1985.