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EL COLEGIO NACIONAL. Los celadores en 1909. Al centro, con bastón, el rector, doctor Sisto Terán; y con pantalón claro el secretario, José R. Fierro. LA GACETA / ARCHIVO

Juan B. Terán quería un instituto técnico


En enero de 1919 numerosos alumnos que querían ingresar al Colegio Nacional no conseguían asientos. El rector de la Universidad de Tucumán, doctor Juan B. Terán, emitió su opinión en una extensa carta que LA GACETA publicó el 2 de febrero, y que anticipaba su futura creación (1924) del Instituto Técnico.

Aumentar el número de establecimientos sería lo más simple, “pero no sería eso lo mejor”. Había que “crear establecimientos de otro tipo, respondiendo a las diversas clases de estudiantes”. Hay estudiantes que, o no tienen vocación, o no tienen posibilidades de encarar “largas carreras, como son las universitarias”. Deben fundarse, para ellos, “institutos que sean a un tiempo de enseñanza general y profesional”.

Decía: “yo escogería la Escuela de Comercio para hacerla servir como núcleo de transformación, y fundaría sobre esa base un instituto profesional y técnico”. Impartiría una enseñanza general común, “y luego vendrían las especializaciones: peritos industriales, peritos comerciales, químicos, electricistas. Concluidos ambos ciclos, a los 19 años más o menos, los egresados pueden comenzar a hacer su vida”. Algo así proyectó el ministro Osvaldo Magnasco.

En Tucumán, antes que la Escuela de Comercio debió haberse instalado una Escuela Industrial, “que tendría ambiente auténtico”. Porque “antes de abrir una casa de negocio es necesario poder llenar los estantes”. Tenemos que producir, y a ese fin debe concurrir la escuela. Y “como somos mediterráneos, necesitamos producir manufacturas, pues sin transformación el producto agrícola no puede soportar la montaña de la tarifa ferroviaria”, opinaba Terán.