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CASA DE ALTOS DE SILVA, EN 1870. Desde sus balcones se cantaba el Himno Nacional en 1852, celebrando la caída de Rosas. LA GACETA/ ARCHIVOS.

En el testimonio de un visitante inglés.


Para terminar con los recuerdos del inglés L. Hugh de Bonelli (mentados ayer), apuntemos que fue durante su estadía en Tucumán (1852), que se supo que Juan Manuel de Rosas había sido derrotado en Caseros. Recordaba que eso significó “una amnistía a personas de todos los partidos y opiniones”. Tal “acto de inteligencia fue recibido con gran regocijo, y las iluminaciones que tuvieron lugar como consecuencia de ello, demostraron en forma suficiente el sentimiento general de la gente”.

Añadía que “era curioso notar la metamorfosis universal que se produjo en el lapso de unas horas. Las escarapelas obligatorias de los unitarios (un lazo rojo llevado por todo hombre alrededor del sombrero, y otro prendido en su ojal, con una representación de la muerte y con dichos contra los federales, junto con el color rojo sangre de Rosas) fueron cambiados, en el instante, por el modesto azul de su ahora exitoso antagonista”. Vio que las familias de Silva y de Frías, que estaban entre “las agradables y amistosas” que conoció, cantaban “desde su balcón el Himno Nacional a favor de Urquiza”.

Bonelli subrayaba que las damas eran “extremadamente atentas con los extranjeros. Apenas se enteran de su llegada, envían sus sirvientes con presentes de frutas, flores, dulces y conservas, junto con amistosos saludos e invitaciones. Cuando los extranjeros son damas, a veces hacen visitas personales. Al atardecer de mi llegada se tocó una serenata en mi honor, y lo mismo ocurrió en varias ocasiones subsiguientes”.