El proyecto de un arco conmemorativo.
En este año del bicentenario de la Batalla de Tucumán, vale la pena recordar una de las iniciativas tendientes a recordar el primer centenario, en 1912. Ese año, el Congreso de la Nación, por ley 8926 del 14 de setiembre, dispuso erigir en Tucumán un monumento al Ejercito Auxiliar del Interior y el Alto Perú, conocido como “Ejército del Norte” y vencedor en Suipacha, en Tucumán y en Salta.
El monumento consistiría en un gran arco a emplazarse al noroeste de nuestra capital. Se fundaba en que esa fuerza, mandaba por jefes como Manuel Belgrano y San Martín, “fue el brazo armado por la Primera Junta para llevar el pensamiento y hacer triunfar el movimiento de la Revolución de Mayo hasta el confín del virreinato”,
Con esa finalidad se entregó la suma correspondiente al Gobierno de Tucumán. Pero resultó luego que el presupuesto era superior al monto: la Provincia no pudo ejecutar el trabajo y devolvió la suma a la Tesorería de la Nación.
En 1942, el presidente de la República, doctor Ramón S. Castillo, elevó al Congreso un proyecto que reflotaba aquella ley. Destinaba 1.925.000 pesos para la adquisición del terreno y construcción del arco. Preveía que, de no obtenerse el terreno necesario por donación, se lo declaraba de utilidad pública para expropiarlo.
Según el mensaje -cuya redacción Castillo encargó a Padilla- se lo emplazaría en el inicio del Camino del Perú, para “señalar, a la vez, dirección y realización del esfuerzo heroico argentino en la liberación del territorio”. El derrocamiento de Castillo, en junio de 1943, determinó que la iniciativa quedara otra vez en la nada.