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Las notas y cartas de lectores evidencian el afecto y reconocimiento de la sociedad tucumana a Carlos Páez de la Torre (h), tucumano de pura cepa, “nacido accidentalmente en Buenos Aires”, como decía. Destaco de Páez de la Torre (h) su laboriosidad, su compromiso con el periodismo y con la historia. Gracias a él, sin dejar de reconocer a otros autores contemporáneos, conocemos tanto la historia de Tucumán como de personalidades de todo el país. En sus memorables notas, un ejemplo de educación popular; como también en las biografías de tucumanos y argentinos, cuyas vidas retrató, evitando que quedaran en el olvido. Entre otros, Juan Heller, Paul Groussac, Lucas Córdoba, Alfredo Guzmán, Juan Terán, Nicolás Avellaneda y Lola Mora. Lugar aparte merece el testimonio a su abuelo, Dr. Alberto de Soldati, una biografía del nieto que admira a su ascendiente, sin perder por ello una visión objetiva del hombre. Páez de la Torre (h) íntimo, cercano, era un hombre afecto al diálogo, culto, divertido, nunca pomposo, ocurrente; toda su persona dialogaba, no sólo se expresaba por sus palabras (su mirada vivaz y sus gestos, refrendaban sus vivencias). Se destacaba su urbanidad, saber escuchar lo que dice el otro. Su familia, su esposa, hijas, nietos y bisnietos tuvieron un lugar importante en su vida, aportando el aliciente y tranquilidad necesarios, que le permitieran desarrollar su obra. Su esposa, Flavia, quien lo acompañó, tanto en sus presentaciones públicas como en la vida familiar, reafirma el refrán: “detrás de un gran hombre hay una gran mujer”. Lo extrañaremos y recojo el guante de un lector: por su trabajo, su vida entre los tucumanos, su servicio, al punto de no tener feriados en su labor, importa un deber de gratitud que la Municipalidad de San Miguel de Tucumán coloque su nombre a una arteria de su querida ciudad y propongo sea una que se vincule a la avenida Soldati.

Roberto Sobre Casas
Yerba Buena