Imagen destacada
JULIO ARGENTINO ROCA. Fotografiado de espaldas, durante uno de sus viajes en barco.

Reflexiones sobre la política y la vida.


En su libro “Roca en el escenario político”, Mariano de Vedia extrae reveladores párrafos de la correspondencia del tucumano que fue dos veces presidente. Por ejemplo: “Hay épocas lamentables en que parece que las inteligencias mejores se ofuscan, las ambiciones más injustificables se despiertan y el egoísmo de todos se hace feroz. Es curioso ver entonces a algunos, como los actores antiguos, sofocados bajo la máscara austera, descubrir un momento sus facciones reales. Consolémonos: son dioses y cosas de las épocas embrionarias de nuestra vida política, de cuando esto era aldea. Ya se irán con sus cohetes, sus músicas y sus discursos de melena al viento y ademán profético”.

Otro párrafo: “Las almas nobles no envenenan las armas con que tratan de herir”. Otro: “En política se hace lo que se puede y no lo que se quiere. Esto es muy claro; pero muchos se empeñan en no comprenderlo”. Otro: ¡“Qué gran necedad es la intransigencia como sistema! Sólo la mediocridad puede ser inmutable en sus ideas”.

“La fortuna es una diosa soberbia, pero rara vez ingrata con lo que perseveran, con los que no desmayan, con los que se gobiernan a sí mismos, con lo que, en vez de declararse vencidos desde los primeros golpes, saben hacer frente a las infinitas adversidades de que está poblada la existencia”.

Otro párrafo: “La mentira sistemada, tarde o temprano tiene el castigo de la indiferencia pública”. Otro: “No saldré hoy de casa. He aquí mi más lujoso y difícil placer: pasar algunas horas solo conmigo”. Diez años antes de morir, escribía: “Debo estar en una gran decadencia, porque tengo cada vez más vivo el sentimiento de lo efímero de las cosas humanas”. Veinte años más tarde, en agostó de 1913, reflexionaba: “Ya he entrado en esa edad solemne en que se va comprendiendo la nada de la vida”.