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ENTRAÑABLES AMIGOS. Único retrato conocido de José Posse con Sarmiento, este último con barba. Es un daguerrotipo de 1862.

José Posse devolvió a Sarmiento las suyas.


Como es sabido, el más estrecho amigo de Domingo Faustino Sarmiento fue el tucumano José Posse. Mantuvieron nutrida correspondencia durante décadas. En agosto de 1886, Posse tuvo una brillante idea de devolver sus cartas al sanjuanino para que las archivara. Serían editadas sesenta años más tarde, en 1946, en los dos tomos titulados “Epistolario entre Sarmiento y Posse”.

“Cuando estuviste aquí te dije que tenía una colección de tus cartas durante 40 años de amistad y confidencias; y que quería devolvértelas como propiedad de tu familia, muy útiles para tu biografía póstuma. Te las mando ahora, en un paquete sin orden de fechas, para que allá las pongas en línea”, escribía Posse.

Con todo acierto, añadía que “esas cartas, quitando la paja y dejando el grano, contienen la historia de tu vida entera, contada al amigo íntimo, desde los tiempos primitivos de tu carrera pública hasta los tiempos presentes”. Allí estaban, decía, “la serie de tus ideas, de tus posiciones políticas, de tus impresiones del momento, de tus propósitos de todos los días: es, en una palabra, tu biografía hecha por el propio autor sin pretensiones de hacerla. No habrá más que separar lo que no debe salir del dominio de lo secreto y privado. Al releer esas cartas, tal vez te sirvan para despertar recuerdos útiles para trabajos históricos”.

Posse estaba en esos momentos enfermo y desilusionado. Decía además a Sarmiento que “mi salud va mal, muy mal, en descenso rápido, decadencia de la vejez sin médico ni botica para curar lo incurable. Me siento tan estragado, que mucha hazaña será que alcance a ver el sol del año venidero”. Vale la pena agregar que estas profecías de Posse eran más que exageradas. Iba a vivir todavía 20 años más, hasta 1906.