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CALLE 25 de MAYO. En esta foto de 1928, se percibe la mano del tránsito corriendo en sentido contrario a la actual.

Visión de Tucumán en “La Nación” de 1928


“Tucumán, dejando aparte su propia idiosincrasia, es un pueblo que progresa de manera vertiginosa”, afirmaba el escritor Antonio Pérez Valiente de Moctezuma en “La Nación”, en 1928. “Tiene grandes comercios, una industria envidiable y próspera, amplias avenidas, magníficos lugares de recreo, pintorescos alrededores”.

Es que “la naturaleza colabora en esta labor evolutiva. No hay línea visible para indicar la periferia del poblado. La vegetación que cubre todo el extenso panorama del valle, que escala las pendientes de la montaña, que se agarra al vértice de los precipicios, que sepulta en vaga penumbra el agua de los ríos, penetra también por las calles de la ciudad en invasión arrolladora. Un grato perfume de azahares impregna la atmósfera sedante de sus hermosos parques y jardines. Cada plaza presenta una interesante combinación de sus estatuas rememorativas o artísticas, luciendo el sereno encanto de la piedra, los mármoles o el bronce, que destacan sobre fondos de perenne verdor o bajo palios de arboleda. ¿Estamos realmente el centro de la capital populosa, o nos hallamos en el interior de un inmenso parque natural, en el recinto prodigioso de un huerto sin setos ni tapiales ni divisorias lindes? Esto parece la capital norteña”.

Algo como “un lugar protegido por la fortuna, un encantado paraíso donde los hombres debieran vivir sin las preocupaciones y luchas del existencia, sin el agobio de las rudas faenas, libres de todas nuestras humanas desazones. Tenemos el optimismo de sentirnos felices. Que no nos recuerden ahora calamidades, catástrofes o cataclismos. Seríamos sordos a los clamores de la suerte. Al fin de vicisitudes, hemos hallado sitio donde ubicar nuestra esperanza”