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UNA ESCUELA. Fundada en la época de Manso, en la calle Moreno entre Bolívar y Perú, en Buenos Aires. JUANA MANSO. Esforzada y valiente, mucho le deben la educación argentina y la valorización de la mujer.

Pasaron desapercibidos los dos siglos del nacimiento de la gran educadora, muy valorada y admirada por Sarmiento.


Juana Manso “fue la única, entre cuatro millones de habitantes de Chile y Argentina, que comprendió mi obra de educación y que, inspirándose en mi pensamiento, puso el hombro al edificio que veía desplomarse”. Tal fue el juicio rotundo de Domingo Faustino Sarmiento sobre la gran educadora argentina.

Al promediar el año que va terminando se cumplieron dos siglos de su nacimiento. El aniversario pasó desapercibido. Olvido curioso por cierto, en esta época en que se pone tanto énfasis en los derechos de la mujer, tema que fue uno de los objetivos centrales en su vida de esforzada lucha.

Dos exilios

DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO. Ni bien conoció a Juana Manso, la protegió y la valoró.

Juana Paula Manso nació en Buenos Aires el 26 de junio de 1819. Sus padres fueron el ingeniero agrónomo y militar José María Manso, español, y Teodora Cuenca, porteña. Fue educada en la escuela del barrio de Montserrat. Cuando ingresó al aula ya sabía leer. Desde muy temprano mostró tanto su dedicación y su inteligencia (tenía 14 años cuando tradujo dos novelas románticas del francés), como su ardiente vocación de pedagoga.

Cuando los rigores del sistema de Juan Manuel de Rosas obligaron a la familia Manso a trasladarse a Montevideo, fundó Juana, en esa capital, un colegio, el “Ateneo de Señoritas”. Pero el régimen de Manuel Oribe vigente en el pueblo oriental obligó a los Manso a otro traslado, esta vez a Río de Janeiro, en 1843.

Marido violinista

Allí, Juana se dedicó a la enseñanza privada. En medio de esos trajines conoció al violinista portugués Francisco de Sá Noronha, con quien se casó. Esto además de publicar una obra de teatro y también un par de novelas. La trama de una de estas, “Los misterios del Plata”, era abiertamente antirrosista.

En 1846, la pareja Noronha-Manso partió a los Estados Unidos. El violinista dio allí conciertos, con notable éxito y en importantes salas de teatro. A veces, Juana lo acompañaba al piano. Escribió el oratorio “Cristóbal Colón”, al que Noronha puso música. Pasaron luego a Cuba y en 1847 volvieron al Brasil. En Río de Janeiro, Juana fundó un periódico de orientación feminista, el “Journal das senhoras”, al tiempo que seguía colaborando en la carrera de su marido.

UNA ESCUELA. Fundada en la época de Manso, en la calle Moreno entre Bolívar y Perú, en Buenos Aires.

Consta que, por ejemplo, compuso para él dos zarzuelas, “Elvira la saboyarda” y “Esmeralda”. Poco después, Noronha decidió abandonarla. Juana se vio obligada entonces a afrontar una penosa situación económica, con las dos hijas pequeñas de su destruido matrimonio. Pero su férrea voluntad la llevó a iniciar estudios de Obstetricia en la Universidad de Río de Janeiro.

Vuelta al país

El apoyo del general Bartolomé Mitre le permitió volver a Buenos Aires. Corría 1853 y ya Rosas estaba en el exilio. Fundó al año siguiente un periódico, el “Álbum de Señoritas”. Contenía artículos de crítica musical, pero defendía también la emancipación femenina, entendida como “dignificación de la mujer, que en esa época estaba muy relegada en todo lo que fuera desarrollo intelectual y participación en la vida cultural y política”. La publicación tuvo breve vida. Juana escribió a Sarmiento: “me toca ser sola en mi época. La emancipación moral e intelectual de la mujer está lejana”.

LA FIRMA. Autógrafo de la educadora, en un documento.

Al mismo tiempo, colaboraba en “La Ilustración Argentina” y en “El Plata Científico y Literario”. Sus artículos tocaban temas para nada frecuentados en la época, y menos con autoría femenina.

Cargos importantes

Domingo Faustino Sarmiento la conoció por entonces. Supo valorarla de entrada y se convertiría en su consecuente protector y admirador. Lo demostró en 1858, cuando fundó la Escuela mixta número 1 en el barrio de Montserrat, que fue muy resistida por la Sociedad de Beneficencia. La influyente institución consideraba que ocuparse de la educación de las niñas invadía un terreno sobre el que, hasta entonces, tenía exclusividad.

Sarmiento designó a Juana Manso directora de la flamante escuela. Se convirtió así en la primera mujer que condujo un establecimiento mixto en el país. Y poco después, la nombró directora de los “Anales de la Educación Común”. Esta publicación, privada pero con patrocinio del Gobierno, causó todavía mayor escozor en las conservadoras damas porteñas. Se sabe que Mariquita Sánchez de Thompson se negó públicamente a suscribirse a los “Anales”, a pesar de lo cual Juana se los mandaba a su domicilio. Fue socia fundadora de la Sociedad Propagadora de la Educación, en 1863.

Afán renovador

Juana Manso no solamente sostenía -en escritos y en sus disertaciones- la necesidad de renovar los métodos educativos. También marcaba la necesidad de capacitar a la mujer para ejercer la docencia. Su prédica la enfrentó con desaires y calumnias que no la arredraron. “Era motivo de escándalo en su época, que siendo mujer osara dictar conferencias públicas”.

“UNA ARMONÍA”. Texto de la educadora impreso en Montevideo en 1844.

Además, siguió su tarea literaria. Escribió un “Compendio de la historia de las Provincias Unidas del Río de la Plata desde su descubrimiento hasta la declaración de su Independencia el 9 de julio de 1816, destinado para el uso de las escuelas de la República Argentina”, publicado en 1862. Se lo considera “el primer libro didascálico de historia argentina que circuló entre nosotros, dedicado al general Mitre y que alcanzó numerosas ediciones”. Durante largos años, se lo utilizó asiduamente en la escuela primaria.

Publicó también la novela “Margarita”, el drama histórico “La Revolución de Mayo, y una “Historia general del descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo al alcance de los niños”, obra también muy difundida en los establecimientos escolares de su época.

Tarea gigsntesca

La gigantesca capacidad de trabajo de Juana Manso continuó expresándose con toda intensidad. A ella se debió la fundación, en 1866, de la primera biblioteca pública de la provincia de Buenos Aires, ubicada en el pueblo de Chivilcoy. Además, Sarmiento le confió una vocalía en el Departamento de Escuelas, cargo que desempeñó a conciencia desde 1868 a 1871.

LOS AÑOS FINALES. El último de los retratos que se conservan de Juana Manso.

Se multiplicó también “organizando cursos de perfeccionamiento para maestras,” además de que “tradujo y escribió textos en los que difundió las ideas de Pestalozzi y Froebel, y los métodos de la pedagogía norteamericana, propiciando la creación de jardines de infantes y de bibliotecas populares”. Se destacó, asimismo, como “defensora de los derechos femeninos; de iniciadora -en nuestro medio- del movimiento a favor de la coeducación”. Fue “enemiga del sistema de premios y castigos, y visionaria en cuanto a las ventajas de la educación sobre la mera instrucción”.

Últimos años

Destacadas personalidades argentinas y extranjeras -como Mary Mann– le brindaron un caluroso apoyo. Pero la enfrentó aún más con la sociedad de su tiempo el hecho de que decidió abandonar el catolicismo para hacerse metodista. Era una asidua lectora de la Biblia y propugnaba la lectura del Nuevo Testamento en las escuelas. Encomiaba el valor educativo de las “escuelas dominicales” de los protestantes.

Juana Manso falleció en Buenos Aires el 24 de abril de 1875. Bien se ha dicho que “su ideario pedagógico debe ser rastreado en su nutrida correspondencia –sobre todo la mantenida con Sarmiento y Mary Mann- y en los Anales de la Educación Común”.