El incidente entre Monteagudo y Guido.
En 1818, el general Tomás Guido y el abogado Bernardo de Monteagudo tuvieron un incidente en Chile. Sucedió que, en el momento de brindar Guido en un banquete, como diputado por la Argentina, todos se pusieron de pie excepto Monteagudo. El general lo consideró un desaire e interpeló violentamente al tucumano.
En carta del 6 de agosto, Monteagudo dijo a Guido que lo había buscado en dos ocasiones, sin encontrarlo, “para terminar las explicaciones en que entramos la noche del 2. Quisiera olvidar para siempre aquel pasaje y sacrificar mi amor propio, que usted sabe hasta qué grado fue herido, antes de dar una trascendencia peligrosa a este suceso”. Hubieran podido batirse a duelo, “pero la muerte de usted o la mía no habría sido un mal aislado”.
En fin, consideraba que todo ya había pasado; pero deseaba saber “si usted mira aquel pasaje como un mero paréntesis a nuestra buena inteligencia, y si se halla tan dispuesto como yo a mostrar los sentimientos que no han debido interrumpirse y que un discernimiento sincero exige se restablezcan”.
Cuatro días más tarde, Guido contestaba en otra carta. Deploraba que no se hubieran encontrado, “y mucho más siento que la intolerancia de usted hubiese comprometido mi amor propio”, hasta “verme obligado a exigir con la espada lo que usted me negaba en buena amistad e inteligencia, y lo que no podía renunciar sin hacerme indigno de alternar en una decente sociedad”.
Le parecía que Monteagudo debió recordar que, por sus cargos, lo que les ocurriera a ambos tenía repercusiones políticas. Pero “ya que usted quiere se restablezcan los sentimientos que nunca procuré interrumpir, yo olvidaré también los motivos de tan desagradable ocurrencia”, decía.