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JUAN BAUTISTA ALBERDI. El mármol de Camilo Romairone retrata al tucumano que, a propósito de la errata de 1875, quiso recordar sus logros de patriota. la gaceta / archivo

La polémica errata en el cartel de una calle


A comienzos de 1875, una calle de Buenos Aires fue bautizada con el nombre de Manuel Alberti (1763-1811) el sacerdote vocal de la Primera Junta. Sucedió que, en los letreros de la arteria, por error se grabó “Alberdi”. Sarmiento, feroz adversario del tucumano, puso el grito en el cielo con violencia. Desde París, en marzo, Alberdi escribió a Gregorio Aráoz una carta respecto de la errata. La transcribe Pablo Rojas Paz en “Alberdi, el ciudadano de la soledad”.

“Dios me libre de desconocer la justicia con que se dio a una calle de Buenos Aires el nombre de Alberti, hombre de Mayo. Pero, para aplaudir ese acto y señalar la equivocación de ese nombre con el mío, no necesitaba Sarmiento insultarme por un acto que me es del todo extraño, sin exagerar el absurdo que, más que por una analogía de nombres, se explica por una proximidad de roles”, decía.

“Si Alberti concurrió a sancionar la causa de Mayo, yo fui quien obtuvo de la Corona de España que la Revolución de Mayo fuera reconocida por la madre patria. Si Alberti sancionó tácitamente los principios del gobierno libre, yo le di más tarde cuerpo de ciencia en los libros que fueron base de la Constitución que consagra explícitamente esos principios de Mayo que firmó Alberti con otros”.

Pero, agregaba: “En un punto, no fue mi tocayo más feliz que yo: él juró sumisión y dependencia a Fernando VII, como consta en actas de mayo de 1810; yo firmé el tratado en que España reconoció nuestra independencia respecto de sus leyes. En suma, los dos servimos a la misma causa de Mayo y de ahí viene la equivocación generosa de la posteridad agradecida”.