Retreta, cines, teatros, clubes y calles
“Impresiones de un forastero”, con la firma “Tatáifel”, se titulaba una nota crítica en LA GACETA en agosto de 1915. Empezaba con el paseo de la plaza Independencia. Decía que “la cuestión retreta en la plaza, perdónenme, pero sería digno de esa cultísima sociedad el suprimirla; mil veces preferible sería que tomaran sus coches o autos y dieran un recorrido por las lindas calles de la ciudad y no estar allí, en la plaza, dando vueltas y vueltas, viendo las mismas caras; eso es para un simple pueblito de campo o playa veraniega”…
Un problema “de muy difícil solución” era “saber qué es lo que se puede hacer aquí, después de la comida. ¿Donde poder ir a pasar un buen momento? En los cines, el porcentaje de hombres es abrumador, pero las compañías de teatro se funden porque nadie va y pronto no vendrán más por esta causa; porque parece que la moda, aquí, en la de no ir a teatros ni a nada que no sea reunión de buena sociedad. Pero los clubes … no hablemos de eso. Hay uno de estos que se precipitó en enviar a Caruso una tarjeta de transeúnte; a los pocos días, llegó todo un personaje -y me refiero al doctor Piñero y a otro más, el doctor Eduardo Bidau- y no hubo club que se quisiera honrar recibiendo la muy grata visita de estos caballeros”.
En cuanto a la Municipalidad y la Policía, le impresionaba que “cuando no se roban las chapas de las puertas de calle, es porque los ladrones andan borrachos y no dan con las puertas y menos con las chapas. No sé si aún no te has pegado un golpe en las veredas, resbalándote por pisar cáscaras de naranja o de banana… Creo que ni Constantinopla tuvo tanta cantidad de perros como los que hay aquí … ¿Quien duerme tranquilo en las casas de los bulevares, con los gritos de los bomberos, los ladridos y los tiros?”…