Continuó el problema con los cordobeses.
El problema con los diputados de Córdoba –que amenazaban abandonar la corporación- siguió siendo un asunto central. En la sesión del 17 de setiembre de 1816, Felipe Martínez de Iriarte dijo que esa “solicitud de separarse del Congreso” debía ser tratada con preferencia, por su gravedad. Lo apoyaron varios. Pedro Ignacio de Castro Barros dijo que los datos que tenía fundaban “vehementes presunciones de que abrigaba Córdoba un crecido numero de hombres inquietos”, ansiosos de disolver el Congreso. Pero opinaba que los diputados de esa provincia habían trabajado para sostenerlo.
En ese momento, ingresaron Eduardo Pérez Bulnes y Gerónimo Salguero. El Congreso les exigió que pusieran por escrito las causas por las cuales querían separarse de la corporación, cosa que hicieron. Como había que tomar decisiones al respecto, se decidió que podían estar presentes o retirarse, según lo desearan. Eligieron retirarse.
Leídas las exposiciones, se resolvió que por “ser falsas las causas que exponen, se les mande continuar en la asistencia al Congreso, bajo apercibimiento, por lo tocante al señor Cabrera”. Esto, “sin perjuicio de lo demás que corresponda después providenciar”.
Luego se trató qué medidas tomar para “precaver los males” que acarrearía el comportamiento de estos diputados. Se resolvió oficiar al Gobierno y Cabildo de Córdoba, informándoles lo ocurrido, y solicitando “que pasen el pliego a la Junta última Electoral, si aun subsiste”. Teodoro Sánchez de Bustamante quedó encargado de presentar un manifiesto que compilara el procedimiento del Congreso en este caso, con los documentos respectivos.