Imagen destacada
JUEGOS FLORALES DE 1921. En el escenario del Teatro Odeón, aparece la "Corte de amor". Al centro, la reina electa del torneo, señorita Susana Poviña. LA GACETA / ARCHIVO

Una evocación del novelista Pablo Rojas Paz.


Desde fines del siglo XIX hasta las primeras décadas del XX, se realizaba en Tucumán un certamen poético denominado “Juegos Florales”. En su novela “Mármoles bajo la lluvia” (1954), nuestro comprovinciano Pablo Rojas Paz hace una irónica descripción de los Juegos, “mediante los cuales se quería revitalizar las antiguas justas de la Provenza”.

Rumbo a “los cuatro vientos del país se habían difundido los anuncios y edictos del torneo”, y “desde los cuatro vientos respondían, con sendos poemas, los numerosos aspirantes a la eglantina de oro”. Agregaba excitación el hermetismo: las composiciones se remitían con seudónimo, y el jurado debía ser muy conocedor “para que no le remitieran gato por liebre”, ya que una vez alguien envió una oda de Garcilaso como propia.

También había “poetas profesionales, que tenían una admirable habilidad para sacarse los premios en esta clase de oposiciones”. Pero lo real era que “desde un humilde y apartado caserío hasta la densa metrópoli, todos los lugares cobijaban un espíritu ansioso de componer un poema que fuera a disputar la rosa y el laurel”.

Además, al ganador del primer premio le correspondía elegir, entre las líneas alineadas en una “Corte de Amor”, a la reina del torneo. “Aquellos Juegos Florales de Tucumán eran famosos: lo fueron durante años. Para muchos literatos de actual renombre, fueron el arco triunfal por donde entraron a la fama”. Y “ser reina de las fiestas era la ilusión que se habían fijado todas aquellas muchachas claras como el alba y suaves como la tarde”.