Saludo afectuoso a Groussac desde Tucumán.
Desde fines de mayo de 1884, Paul Groussac (1848-1929) publicó por capítulos, en el flamante diario “Sud América” que dirigía, una novela cuya redacción había empezado el año anterior, en París. Se llamaba “Fruto vedado”.
Cargado de elementos autobiográficos, la mayor parte del argumento se ambientaba en “la provincia azucarera de San José”, nombre que ponía a Tucumán. Su protagonista, Marcel Renault, era el mismo Groussac. Narraba su peripecia argentina desde la llegada al país, dentro de una trama político-romántica. Por supuesto, uno de los personajes de la etapa porteña era Nicolás Avellaneda, que aparecía como “el doctor Nogales”.
Cuando empezó a publicarse “Fruto vedado”, Avellaneda ya estaba muy enfermo (fallecería, como se sabe, el 25 de noviembre de 1885). Entre julio y octubre de 1884, el ex presidente permaneció en el norte, buscando inútilmente mejorar su salud en Tucumán y en Rosario de la Frontera. Pero la enfermedad no le impedía leer la novela de su amigo.
El 1° de setiembre, desde Tucumán, Avellaneda escribió a Groussac: “Leo las página en que usted me designa con rasgos tan benévolos como cariñosos. Todo lo que salió de su pluma referente a mí, fue siempre inspirado por nuestra amistad: conozco los paisajes; presiento el drama y creo adivinar lo que pasará por la pluma de su joven autor. Hablaremos cuando nos veamos y encontraré tal vez la fuerza para escribir, si es que esta larga enfermedad me la deja para algo. Gracias. Su antiguo amigo, Nicolás Avellaneda”.