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En Tucumán, en tiempos de Juárez Celman.



En la Argentina y en Tucumán, sobran los ejemplos -lejanos y recientes- del fervor por bautizar lugares públicos con el nombre del gobernante de turno. En 1888, el presidente de la Nación, doctor Miguel Juárez Celman, estaba en su hora más gloriosa y se sentía invencible. En junio del año anterior, había autorizado (o por lo menos no impidió) el derrocamiento del gobernador de Tucumán, don Juan Posse, con lo que se libraba del único mandatario opositor.

El 30 de noviembre de 1888, la Municipalidad fijó una nueva nomenclatura de calles en San Miguel de Tucumán. En el decreto, imponía el nombre de “boulevard Juárez Celman” a las actuales avenida Mitre y Alem. Un año antes, Alfredo Meade, dueño de un terreno en Pozo del Alto, pidió autorización para fundar allí la Villa “Juárez Celman”. Donaba terrenos para comisaría, juzgado de paz, escuela, iglesia y cementerio.

Luego de los informes técnicos y fiscales respectivos, el gobernador Lídoro Quinteros emitió, el 16 de julio de 1889, el decreto que autorizaba la fundación de la Villa “Juárez Celman”. Le fijaba manzanas cuadradas de 130 metros de lado y calles de 20 metros de ancho, y encargaba su delineación al Departamento Topográfico.

Caído Juárez Celman tras la revolución de 1890, aquellas denominaciones oportunistas se irían esfumando lentamente. En 1903, la Municipalidad rebautizó “boulevard Presidente Mitre” al “boulevard Juárez Celman”. En 1920 se desgajaría el sector sur, como “boulevard Leandro Alem”. En cuanto a la Villa “Juárez Celman”, directamente desapareció. El Departamento de Obras Públicas informaba, en 1910, que todo el lugar -salvo parte del terreno donado para cementerio- estaba “plantado de caña, razón por la cual han desaparecido las calles y demás señales materiales” de la efímera villa.