Las tropas se alojaron en Tucumán y en Lules.
La Orden de Santo Domingo apoyó resueltamente al general Manuel Belgrano y al Ejército del Norte. El 27 de abril de 1812, el Provincial fray Julián Perdriel, en carta al prior dominico de Tucumán, fray Raymundo Sueldo, le daba instrucciones concretas.
“Si llegase el caso de que nuestro Ejército se hospedase en ese Convento, nada sería más justo y honroso que franquear cuanto hubiere a los que exponen su vida por defender la nuestra; y con dar lo que tenemos, habríamos cumplido con Dios y con la Patria, cuyo amor se funda en la caridad, y en la caridad más sublime”, expresaba.
Añadía que “sucediendo que regresen y ocupen nuestra casa de la ciudad, esté como estuviese, ésta no sólo se dará si lo piden, sino con generosidad y complacencia, acomodándose nuestros hermanos en los Lules (se refería a San José de Lules) con lo que sea transportable”.
Muchos años después, en una información judicial del 2 de junio de 1865, ante el escribano Agustín Sal, declararon varios testigos -entre ellos el coronel Lorenzo Lugones– que “en las diversas estaciones que hizo el Ejército en Tucumán, han servido de cuartel ambos conventos a los diversos cuerpos: el de Lules a la Caballería y el del pueblo a la Infantería”.
Y que “sirvieron para el consumo de las tropas”, la hacienda de las estancias de Lules y Potrero de las Tablas, “que se calculaban en 3.000 cabezas de ganado vacuno y caballar hasta 1819”, quedando por eso “casi destruidas”. Fray Luis M. Cabrera publicó estos documentos en “El Orden”, en junio de 1920, en el artículo titulado “Belgrano noster est”.