Imagen destacada
VEREDA DEL CABILDO. El dibujo de Marta Silva reconstruye el aspecto que tendría la vereda del Cabildo de Tucumán, en tiempos de la Revolución. LA GACETA / ARCHIVO

Para requerir la atención del público


Durante el siglo XIX, para llamar la atención del público, se gritaba “¡Bomba!”. El diccionario Espasa Calpe consigna, como una de las acepciones de “bomba”, la de “expresión figurada con que se anuncia, en ciertos convites, que uno de los comensales va a brindar”. En “Amalia”, de José Mármol, durante una fiesta, Mercedes Rosas de Rivera quiere recitar su poema de condenación a los “salvajes unitarios”. Antes de comenzar, exclama “¡Bomba! ¡Bomba!” para interrumpir la charla de los invitados.

En Tucumán, en los apuntes del obispo José Agustín Molina (1773-1838) que publicó la “Revista de Tucumán” en 1917, vemos que el prelado usa esa expresión. Dice que “el 1 de noviembre (de 1810) llegó a Tucumán “a las 11 de la noche la plausible noticia de haber levantado Cochabamba 1.600 hombres en sostén de la causa de nuestra Capital; y celebrándola todo el pueblo en compañía de C. General y oficiales de la expedición (al Alto Perú) con la música del Regimiento por las calles, al llegar a las Casas Capitulares (o sea el Cabildo), se dijo y echó la siguiente: ‘Bomba. Viva, Señor, la Patria, eterna viva,/ viva el valor indiano,/ viva la Superior Gubernativa/ Junta y su patriotismo soberano,/ y este pueblo también, heroico y fuerte,/ viva, Señor, exento de la muerte”.

Agrega Molina que siguieron “el alborozo, y las aclamaciones con la música por otras calles, y después de un intervalo se compuso esta otra: ‘Triunfó, triunfó la Patria. Tucumanos,/ soltad de vuestro gozo/ los torrentes, alzando entrambas manos/ al cielo, que propicio y generoso/ se ostenta en vuestra causa./ Vivas gritad, de júbilo sin pausa”.